Hoy en día se ha puesto de “moda” que las compañías sólo tengan en cuenta la cuantía de los daños materiales sufridos en el vehículo para reconocer una indemnización por latigazo cervical, tachando de simulador o incluso de estafador al lesionado. Normalmente suele ser ocurrir cuando la factura de reparación del vehículo no excede de 500 €. Bajo esta nueva argucia defendida por médicos y peritos de compañías aseguradoras se niegan a reconocer una indemnización en las colisiones de baja intensidad (como ellos denominan a este tipo de accidentes) basándose exclusivamente en los informes biomecánicos. Para que entiendas que son estos informes, recordemos que la biomecánica es la ciencia que trata de describir los mecanismos lesivos, explicando las lesiones producidas en el cuerpo humano mediante la integración de diferentes disciplinas como la medicina, la física y la ingeniería; es decir, la biomecánica es la ciencia que analiza los efectos lesivos causados por un impacto en el cuerpo humano. A través de esta vía, pretenden demostrar mediante la reconstrucción del accidente, cuál ha sido la transferencia de energía sobre las personas para explicar la producción de un tipo determinado de lesión en función de la energía transferida a ese cuerpo y de la resistencia orgánica por zonas anatómicas o bien, alternativamente, la imposibilidad de que tales lesiones se hayan producido.
No obstante, como ya se han pronunciado numerosos tribunales, las consecuencias lesivas en este tipo de colisiones a baja velocidad (y con pocos daños) no son las mismas en todos los sujetos , por cuanto el grado de tolerancia al choque depende de muchos factores como la edad, el sexo, la existencia de lesiones previas, la posición de la cabeza y del cuerpo en el momento de recibir el impacto, el tipo de asiento, las condiciones médicas del paciente antes del impacto, la envergadura del ocupante, la posición relativa de las articulaciones en el momento del accidente, o, el estado de tensión de los músculos estabilizadores del cuello, lo que es importante ya que una buena preparación contribuye a amortiguar el golpe, y , el estado de preparación del sujeto cuando recibe el impacto. Es decir, son numerosos los factores que no contemplan estos informes biomecánicos, por lo que su fiabilidad es más que dudable por su escaso rigor técnico, ya que se basan en meras hipótesis y probabilidades sin entrar a valorar en todas y cada uno de los factores que interfieren en una colisión.
Se entiende que, para determinar adecuadamente la relación de causalidad entre fuerza / intensidad de impacto y lesión, hay que tener presente TODOS estos parámetros, que influyen de manera determinante en cada caso:
Además, la famosa Delta V debe ir referida al ocupante y no al vehículo. NO se puede predecir la probabilidad o la gravedad de una lesión solo calculando el DeltaV.
La entidad de las lesiones derivadas de un accidentes de tráfico no viene dada por la aparente gravedad o aparatosidad de los desperfectos de los vehículos implicados, sino por la mecánica característica de dichos siniestro (generalmente una colisión por alcance), en que concurren muchos factores. Por ejemplo, recalcamos algunas de las sentencias dictadas por nuestros tribunales manifestando la falta de criterio y vinculación de los informes biomecánicos para acreditar un latigazo cervical. Así, la Audiencia Provincial de Las Palmas en una sentencia de 4 de sep. de 2012 expresa que los estudios recientes constatan que la ausencia de daños en los vehículos implicados en el accidente no suponen inexistencia de lesiones de los ocupantes.
A colisiones a baja intensidad cuanto MENOR sea el grado de deformación en el vehículo, menor su aplastamiento y el potencial lesivo para el ocupante es MAYOR. La deformación absorbe la energía, si no se transfiere en dañar al ocupante. Por ello los paragolpes ahora están pensados para que en impactos menores los costes de reparación sean mínimos. También, la Audiencia Provincial de Madrid en la sentencia de 150/2013 de 29 abril, determina que al respecto existen extensos estudios derivados del INCREMENTO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LESIONES CERVICALES en siniestros leves, que concluyen que este generalizado aumento de las lesiones cervicales se deriva de una mayor resistencia de las carrocerías a las colisiones leves, evitando así que éstas sufran deformaciones importantes en choques de baja intensidad, lo que se traduce en que, paradójicamente, una colisión a baja velocidad puede ocasionar un resultado lesivo más grave.